lunes, 3 de diciembre de 2012

La nación más triste del mundo

Yo he venido a confesarme. No, señora, no me mire así. No he asesinado ni he robado. No sería capaz. No. Tampoco he faltado a ninguna norma, por más que alguna me pudiera parecer absurda.

Todo lo contrario. Yo, al igual que mis compatriotas, he intentado disimular. He fingido que soy oriundo de allá donde la gente sonríe y es cálida. He declarado en más de una ocasión que mis cimientos se encuentran en el agua más dulce, el verdor más rebosante, los cielos más serenos. Sí, así es. También dije alguna vez que pertenecía a la raza más noble. Le susurre a miles de oídos que allá, de donde venía, nacían los soles más prósperos.

Ay, señores. Ay, señoras. Hoy, viéndome desnudo ante ustedes, no puedo sino añorar todo eso que alguna vez dije. Me arrancaría el corazón del pecho porque esa anciana que comparte mi secreto, o ese niño que compartió mi cuna, no guardaran para sí tan afanoso llanto.

Mis señores, la verdad es que yo vengo de la nación más triste del mundo.

Vengo del vientre de una patria muerta. Una puta ha engendrado el destino de mis hermanos. Esa tierra, también aloja a la más cutre raza del planeta: criaturas que te escupen si les extiendes la mano, y te lamen los pies si les lanzas piedras.

En esa tierra que odio y que amo, he visto padecer a los seres más bondadosos y he visto reír a las bestias más despreciables.

No adelanten juicios, por favor. No se atrevan a sospechar que he salido de ahí huyendo. No. La Tristeza y la Impotencia, los dos ríos más acaudalados de ese ruin imperio, fueron los que me arrastraron hasta aquí, hasta las costas de este otro mundo.

Grito desde aquí a los sordos de mi país, a los cerdos que alimentan con sus entrañas el voraz apetito de quienes aplastan sus escrotos. Grito desde aquí, porque no sé adónde más pudiera ir. Y así es. Lo confieso, amigos. Lo confieso:

Yo vengo de la nación más triste del mundo.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Escrutinio "colofónico" de mutaciones abisales

Tomo XX cap.11

Oportunidad - Riesgo - Logro


Ésas son las 3 palabras que, podría decirse, no solo rigieron mi año, sino que ordenadas de esa manera, poseen un orden y una lógica que no me había aplicado en mucho tiempo.

Después de tener más que Vacío este blog durante mucho tiempo, retomo, de forma esporádica, la actividad de su "atiborramiento" dada la nostalgia colectiva de fin de año y a que, acá entre nos, leer las entradas de otros amigos me picó la glándula del antojo.

En mi caso, el recuento, como dije antes, se reduce a tres palabras. Y solo a tres, porque de lo contrario tendría que plasmar mil vivencias y la hora ya no es prudente, por lo menos para mí.

Así es, el 11, mi año. Lo sabía. El de sembrar para cosechar. El de apostar el todo por el TODO, y del que salí victorioso. El mejor de todos, y del que aprendí, poco o mucho, lo que debía aprender. Este capítulo once del vigésimo tomo, fue desjugado hasta la última gota... y llenó el vaso.

Jamás termino mis años palomeando logros, ni los comienzo proponiéndolos. Lo que hago es un recuento. ¿Cuánto más gané este año comparado con el anterior, y aquél con el que le precedió? MUCHO. Mis ganancias son infinitas. Cada año va mejor, porque yo soy mejor.

Bajo esa premisa, y según las encuestas y estadísticas del IBP (Instituto Beto Progresando), aún me espera lo más grande. Y lo sé, como lo supe al punto final del capítulo diez. Como lo sabré en el doce, y hasta el epílogo.

No sé a ciencia cierta qué rumbo tomará la historia este año. Sé lo que tengo y lo que deseo conservar. No necesito un mapa. Con la información que tengo puedo caminar a ciegas y con total confianza.

Espero que quien leyera el vacío de este espacio, también haya gozado de 365 días de intensidad, de coraje, de lucha y que, como yo, haya seguido de pie y con raíces más fuertes.

[...] Cerró las cortinas que le sabían a triunfo. No las volvió a abrir. No fue necesario. Sabía que del otro lado quedaban tesoros invaluables, pero también sabía que la mayor riqueza la tenía frente a sus ojos. Así, adelantando la pierna derecha, fue que comenzó otro día. [...]

¡Feliz 12 a quien lo busque!

viernes, 15 de octubre de 2010

Crónica quimérica de... (borrado)

Un día. Este día. No importa en qué hora pues sólo cambia cómo la luz afecta su forma, una hilaza ha sido secuestrada. Se encuentra en la pupila gemela de un rostro indescifrable. En un cuarto profundo. Rasgos difuminados. Familiaridad llana.



Basta un crimen y entonces se abre una puerta. De fondo, una tonada absurda, vieja, caprichosa. Una hebra tras otra se enraizan, creando un peligroso tejido sobre las alas de una lepidóptera ciega que, intentando escapar de su prisión, choca contra paredes sensibles de un fantasma dormido. Cada aleteo es el golpe de un martillo que resulta en un dolor placentero. Cada aleteo es pretexto de reproducción de la especie. Cada segundo de asfixia en su iris se traduce en cien nuevas larvas del insecto.



La consciencia es plena. Irónicamente la puerta debe cerrarse para facultar la muerte pasiva de la nueva vida en el cuarto. Ya es tarde. La hilaza comienza a expulsar bolas transparentes de un sabor fresco, pero amargo por la situación. De éstas se expanden fetos que, peligrosamente, crecen a un ritmo acelerado; entorpeciendo así al hospedador del parásito.

Sin notarse cambio alguno en la luminosidad extranjera, las pausas son más y mayores. Han pasado 5 días. Cualquier sensibilidad se ha enfocado en evocar lo que la memoria se ha encargado de pintar como tibios ocelos difuminados. ¡Qué difícil gritar por auxilio cuando se es mudo!


Parece inútil denunciar un crimen autoimpuesto que no deja ver desenlace alguno. La insconsciencia surge como torpe escritor para mantener cronología de los hechos, no para acusar. La melodía, el paso suave pero constante, la danza de fantasmas, remueven ruinas afuera de la habitación. A medida que pasan los segundos las cosas caen a ratos en sitios más tangibles y prestos a revelar la realidad. Otra vez, otro minuto, la hilaza se aferra al secuestro, tararea con tempo perfecto en sincronía con quien le mantiene cautiva.

Hoy. Este día. Tras tres meses suspendidos en el tiempo, una hilaza está secuestrada. Se encuentra en la pupila gemela de un rostro descifrado. En un cuarto profundo. Rasgos definidos. Familiaridad llana.

miércoles, 14 de julio de 2010

Ineludible morriña de la psique...

"Cómo andar, sin nostalgia, el camino, soñando dos sueños distintos mientras en torno el amor se desploma" José Hierro




Hoy me hace falta, más que nunca, tu olor a café. Los sutiles contornos que nos separaban de ser uno mismo. Esa risa alegre a cada segundo. Las caricias suaves que hacías a mi piel con tu aliento. Cerrar los ojos y saber que todo iría bien porque estabas ahí para repetírmelo al oído.

Hoy ya no quiero que sigas siendo tan sólo recuerdos. Quiero volver a tus brazos y me repitas mil veces que nunca debí partir. Hoy quiero gritar al vacío lo mucho que te amo. Sí. Te Amo.

Tú sabes quién soy. Tú eres mis mejores y mis peores recuerdos. Tú me has dado aliento cuando me ha hecho falta; y me lo has robado con 1 mirada, con tu belleza, con tu eterna dulzura.

Te conozco desnuda, misteriosa, elegante, indefensa. Quiero conocerte de mil formas más en mil vidas más.

Esta noche quiero escuchar tu excitante voz. Quiero probar tu embriagante sabor. Quiero ver tu imponente figura... Esta noche te quiero sólo a ti.

Hoy me haces falta. Ayer me hiciste falta. Mañana... mañana prometo amanecer en ti.

Firenze, mi manchi tantissimo.

martes, 29 de junio de 2010

Arbitraria disipación de axiomas (aplicado al ego parte II)

"Mi memoria es magnífica para olvidar" Robert Louis Steveson


Hace unos YA varios días se me antojaban dos entradas para el blog. Una no la recuerdo en absoluto. La otra, vagamente intentaré comentarla.

Más allá de eso, la verdad es que nuevamente me aventuro a rescatar los esbozos de borradores viejos más por capricho que porque considere necesaria su publicación. Igualmente, el título, que si mal no recuerdo había sido formulado por segunda ocasión, me llamó la atención por hacerla de pulpo Paul, vaticinando (o tal vez sólo haciendo gala de un justo conocimieto de causa) mi eterna dispersión en cualquier universo (real, virtual, paralelo y anexos). Justo ahora, y sin ediciones, comienzo a desvariar, así que mejor me enfocaré en lo de inicio.

Parte de lo que recuerdo de aquella entrada sobreviviente al olvido, era el descubrir si sufro un episodo obsesivo cada vez que decido si una palabra me gusta, me parece estética, acorde a lo que pretende definir, etc. Así pues, planteo de manera más específica esta premisa:

Sé que hay palabras que nos remontan a experiencias o vcd's mentales por función del cortex cerebral y que, por lo mismo, nos resultarán agradables o no. (e.g. hace no mucho, y como algunos sabrán, la palabra Londres me repelía un poco)

Hay otras voces que pertenecerían a un campo intermedio, por lo menos en mi caso. Es decir, nos remontan a los mismos 'videoclips' sólo que sin ningún recuerdo específico y, tal vez, sin producir una sensación acorde. (e.g. sabroso inevitablemente me lleva a la escena de mi abuela paterna desmenusando pollo y, sin motivo aparente, la palabra no me gusta)

Por último, habría una tercera categoría en la que entrarían todos los vocablos que, sin más, nos gustan o no. Es ésta categoría la que mayor fascinación me provoca y de la que más curioso (respecto a SUS experiencias) estoy.




P.D. Disculpen las probables faltas de ortografía y/o redacción pero en esta ocasión quiero publicar en bruto (por flojera, principalmente).

martes, 9 de marzo de 2010

Hilemorfismo aplicado al ego (...y afectado por la Ley Lomonósov-Lavoisier)




"El tiempo lo cambia todo, excepto algo en nosotros que siempre está sorprendido por el cambio" Thomas Hardy


Cuando era niño, en más de una ocasión alguien se acercó a mí, otorgándome una mirada con cierto aire condescendiente y, hasta cierto punto, esperanzador. [...]

Así suponía el comienzo de la que procuraba ser mi segunda entrada en el blog, hace más de dos meses. Un amigo me dijo que si no había escrito esa entrada en su momento, era hora de dejar atrás el tema y pasar al siguiente. Que así es como 'funcionan' los blogs. Si bien es cierto que los rasgos obsesivos de mi personalidad no favorecieron su consejo, así como que el recuerdo de la experiencia (o por lo menos el punto que me motivaba a relatarla) está difuso al día de hoy, también lo es el hecho de que volver a leer el título y la cita que fundamentaban el concepto general, han despertado en mí nuevas ideas y se han encendido nuevos motores para conservar, al menos, las pequeñas bases, semi arruinadas, de ese lejano planteamiento.

Al pensar en el tiempo, normalmente (y bajo el supuesto que a la mayoría le pasa lo mismo) viene a nuestra mente la comprensión de largos lapsos, sobre todo si se consideran los efectos y las consecuencias del mismo. Curiosamente, los cambios aplicados al ser (mortal), ocurren normalmente en un día, una hora, un segundo. Cuando menos lo esperamos hay sucesos que lo cambian todo para bien o para mal. Incluso yendo más allá de lo espiritual o lo racional, cada segundo posee una iluminación diferente al segundo anterior. Todo. Absolutamente todo, cambia. Del color a la brillantez. De la forma a la posición. Más aún, retomando los infinitos ruidos de todo tipo que afectan la percepción de cada individuo.

Cuando era niño, en más de una ocasión alguien se acercó a mí, otorgándome una mirada con cierto aire condescendiente y, hasta cierto punto, esperanzador. Todos teníamos, tenemos y tendremos una opinión de quienes somos [nosotros y quienes nos rodean], quienes deberíamos ser y quienes seremos. Nadie se ha sabido asombrar más que nosotros mismos de los cambios que el tiempo nos ha regalado.

Hoy, ese mismo proceso natural se produjo en este espacio. Mi entrada la cambió el tiempo. ¿Para bien? ¿Para mal? Quién sabe. La cambió y es la que decido mostrar a ustedes. A mí. Sí, adivinan, de nuevo también a ella... la niña.

martes, 2 de marzo de 2010

Exordio infinito al Vacío

"El que quiere interesar a los demás, tiene que provocarlos" Salvador Dalí

Al momento de iniciar estas líneas, e incluso mucho antes de siquiera intentarlo, tenía sólo dos ideas claras para tirar aquí:

La primera, referir el nombre de este blog a 'El libro vacío' de Josefina Vicens, una de mis novelas favoritas (si no es que la más), que [para aclarar] más allá de fungir como tributo o muestra de idolatría, sugiere el predecible e inevitable parangón que tendrá mi hábito de publicar entradas a manera de diario semi-exhibicionista, con la del protagonista de la novela de escribir su libro vacuo; lo que probablemente convierta este ejercicio en un exorcismo de la psique más que en una voz sedienta de proferir ideas sobre lo que padece el mundo día a día.

La segunda, (ya a estas alturas planteada de manera borrosa por el favor de la mala memoria) mencionar lo absurdamente complicado que me había resultado dar éste, el primer paso, que siempre, bajo cualquier circunstancia, es el más difícil y que, en este caso, há razón al continuo auto-cuestionamiento de si vale o no la pena leer lo que yo tenga que decir y cómo superarlo. Pero, ¿quién y cómo decide lo que merece un lugar más en este infinito espacio donde ya hay de todo? Por lo pronto, no será quien no lo lea. Finalmente, y bajo un aire semi-satisfactorio y conclusivo, me quedo con la premisa de que escribo de mí y para mí y quien llegue a toparse con mis letras, intencionadamente o por equivocación, goza de la libertad para continuar leyendo, y entonces, escribiré también para él... y para ella, la niña (jaja).