martes, 9 de marzo de 2010

Hilemorfismo aplicado al ego (...y afectado por la Ley Lomonósov-Lavoisier)




"El tiempo lo cambia todo, excepto algo en nosotros que siempre está sorprendido por el cambio" Thomas Hardy


Cuando era niño, en más de una ocasión alguien se acercó a mí, otorgándome una mirada con cierto aire condescendiente y, hasta cierto punto, esperanzador. [...]

Así suponía el comienzo de la que procuraba ser mi segunda entrada en el blog, hace más de dos meses. Un amigo me dijo que si no había escrito esa entrada en su momento, era hora de dejar atrás el tema y pasar al siguiente. Que así es como 'funcionan' los blogs. Si bien es cierto que los rasgos obsesivos de mi personalidad no favorecieron su consejo, así como que el recuerdo de la experiencia (o por lo menos el punto que me motivaba a relatarla) está difuso al día de hoy, también lo es el hecho de que volver a leer el título y la cita que fundamentaban el concepto general, han despertado en mí nuevas ideas y se han encendido nuevos motores para conservar, al menos, las pequeñas bases, semi arruinadas, de ese lejano planteamiento.

Al pensar en el tiempo, normalmente (y bajo el supuesto que a la mayoría le pasa lo mismo) viene a nuestra mente la comprensión de largos lapsos, sobre todo si se consideran los efectos y las consecuencias del mismo. Curiosamente, los cambios aplicados al ser (mortal), ocurren normalmente en un día, una hora, un segundo. Cuando menos lo esperamos hay sucesos que lo cambian todo para bien o para mal. Incluso yendo más allá de lo espiritual o lo racional, cada segundo posee una iluminación diferente al segundo anterior. Todo. Absolutamente todo, cambia. Del color a la brillantez. De la forma a la posición. Más aún, retomando los infinitos ruidos de todo tipo que afectan la percepción de cada individuo.

Cuando era niño, en más de una ocasión alguien se acercó a mí, otorgándome una mirada con cierto aire condescendiente y, hasta cierto punto, esperanzador. Todos teníamos, tenemos y tendremos una opinión de quienes somos [nosotros y quienes nos rodean], quienes deberíamos ser y quienes seremos. Nadie se ha sabido asombrar más que nosotros mismos de los cambios que el tiempo nos ha regalado.

Hoy, ese mismo proceso natural se produjo en este espacio. Mi entrada la cambió el tiempo. ¿Para bien? ¿Para mal? Quién sabe. La cambió y es la que decido mostrar a ustedes. A mí. Sí, adivinan, de nuevo también a ella... la niña.

martes, 2 de marzo de 2010

Exordio infinito al Vacío

"El que quiere interesar a los demás, tiene que provocarlos" Salvador Dalí

Al momento de iniciar estas líneas, e incluso mucho antes de siquiera intentarlo, tenía sólo dos ideas claras para tirar aquí:

La primera, referir el nombre de este blog a 'El libro vacío' de Josefina Vicens, una de mis novelas favoritas (si no es que la más), que [para aclarar] más allá de fungir como tributo o muestra de idolatría, sugiere el predecible e inevitable parangón que tendrá mi hábito de publicar entradas a manera de diario semi-exhibicionista, con la del protagonista de la novela de escribir su libro vacuo; lo que probablemente convierta este ejercicio en un exorcismo de la psique más que en una voz sedienta de proferir ideas sobre lo que padece el mundo día a día.

La segunda, (ya a estas alturas planteada de manera borrosa por el favor de la mala memoria) mencionar lo absurdamente complicado que me había resultado dar éste, el primer paso, que siempre, bajo cualquier circunstancia, es el más difícil y que, en este caso, há razón al continuo auto-cuestionamiento de si vale o no la pena leer lo que yo tenga que decir y cómo superarlo. Pero, ¿quién y cómo decide lo que merece un lugar más en este infinito espacio donde ya hay de todo? Por lo pronto, no será quien no lo lea. Finalmente, y bajo un aire semi-satisfactorio y conclusivo, me quedo con la premisa de que escribo de mí y para mí y quien llegue a toparse con mis letras, intencionadamente o por equivocación, goza de la libertad para continuar leyendo, y entonces, escribiré también para él... y para ella, la niña (jaja).