viernes, 30 de diciembre de 2011

Escrutinio "colofónico" de mutaciones abisales

Tomo XX cap.11

Oportunidad - Riesgo - Logro


Ésas son las 3 palabras que, podría decirse, no solo rigieron mi año, sino que ordenadas de esa manera, poseen un orden y una lógica que no me había aplicado en mucho tiempo.

Después de tener más que Vacío este blog durante mucho tiempo, retomo, de forma esporádica, la actividad de su "atiborramiento" dada la nostalgia colectiva de fin de año y a que, acá entre nos, leer las entradas de otros amigos me picó la glándula del antojo.

En mi caso, el recuento, como dije antes, se reduce a tres palabras. Y solo a tres, porque de lo contrario tendría que plasmar mil vivencias y la hora ya no es prudente, por lo menos para mí.

Así es, el 11, mi año. Lo sabía. El de sembrar para cosechar. El de apostar el todo por el TODO, y del que salí victorioso. El mejor de todos, y del que aprendí, poco o mucho, lo que debía aprender. Este capítulo once del vigésimo tomo, fue desjugado hasta la última gota... y llenó el vaso.

Jamás termino mis años palomeando logros, ni los comienzo proponiéndolos. Lo que hago es un recuento. ¿Cuánto más gané este año comparado con el anterior, y aquél con el que le precedió? MUCHO. Mis ganancias son infinitas. Cada año va mejor, porque yo soy mejor.

Bajo esa premisa, y según las encuestas y estadísticas del IBP (Instituto Beto Progresando), aún me espera lo más grande. Y lo sé, como lo supe al punto final del capítulo diez. Como lo sabré en el doce, y hasta el epílogo.

No sé a ciencia cierta qué rumbo tomará la historia este año. Sé lo que tengo y lo que deseo conservar. No necesito un mapa. Con la información que tengo puedo caminar a ciegas y con total confianza.

Espero que quien leyera el vacío de este espacio, también haya gozado de 365 días de intensidad, de coraje, de lucha y que, como yo, haya seguido de pie y con raíces más fuertes.

[...] Cerró las cortinas que le sabían a triunfo. No las volvió a abrir. No fue necesario. Sabía que del otro lado quedaban tesoros invaluables, pero también sabía que la mayor riqueza la tenía frente a sus ojos. Así, adelantando la pierna derecha, fue que comenzó otro día. [...]

¡Feliz 12 a quien lo busque!